Enfermedades cardiovasculares y la práctica del Golf
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en los países en desarrollo. Dentro de estas enfermedades cardiovasculares, de manera global, la cardiopatía isquémica emerge junto a la enfermedad cerebro vascular como las causas más frecuentes.
La actuación multidisciplinaria, que implica la Prevención Primaria en personas sanas y la Prevención Secundaria en pacientes que han sufrido algún tipo de patología cardiaca y en especial en portadores de una cardiopatía isquémica, y en concreto en supervivientes de un infarto de miocardio, origina unos enormes beneficios claramente demostrados tanto en el ámbito físico como psicológico, con disminución de la morbimortalidad, mejora de la calidad de vida, mayor retorno laboral y beneficios económicos.
En prevención, algunos factores aterogénicos son influidos favorablemente por la realización de ejercicio físico de forma continuada. El golf como deporte con unas características propias como ser de baja intensidad, dinámico y al mismo tiempo estático, y su práctica al aire libre, le confiere unas propiedades óptimas para la práctica en pacientes tanto para la prevención primaria como secundaria en la enfermedad cardiovascular.
La práctica del golf de forma regular puede ayudar:
En el sobrepeso; la reducción de peso con la práctica del golf puede ser un componente importante en los programas de adelgazamiento, junto con una dieta adecuada.
En la diabetes; el entrenamiento físico realizado con el golf aumenta la sensibilidad a la insulina y reduce las concentraciones de insulina plasmática posprandial, lo que ayuda a una normalización del metabolismo de la glucosa.
Las hiperlipidemias; el beneficio que se obtiene del ejercicio físico durante las 4 o 5 horas que dura una partida de golf influye favorablemente sobre el metabolismo lipídico produciendo un aumento del HDL-colesterol y una reducción de la tasa de triglicéridos.
La hipertensión arterial; las modificaciones son discretas en reposo pero más claras en esfuerzo con una disminución de la presión diastólica y sobre todo de la presión media. Dentro de las medidas higiénico dietéticas y hábitos de vida, la práctica del golf puede contribuir a la normalización de la presión arterial y puede ayudar también de forma indirecta por la disminución ponderal.
Con la actividad física en general y con la práctica del golf en particular se produce una disminución del consumo de tabaco y un mejor control del comportamiento psicológico en los pacientes con personalidad tipo A (estrés, ansiedad, etc.) por una disminución de la secreción de catecolaminas como respuesta al ejercicio realizado en la práctica del golf y del entorno al aire libre donde se realiza.
En pacientes que han sufrido un evento coronario, infarto de miocardio o angina y después de estabilizada la enfermedad y tipificada la clase funcional en la que queda el paciente, se da el alta del Hospital, al paciente se le prescribe un tratamiento farmacológico específico y el cambio de sus formas y hábitos de vida si son necesarios, para una mejor evolución de la enfermedad. Dentro de estos cambios se recomienda aumentar de forma progresiva el ejercicio físico con un plan de rehabilitación cardiaca.
El ejercicio físico que se desarrolla en el golf a pesar de ser de baja intensidad constituye un remedio para el control de los factores de riesgo cardiovascular y ayuda a controlar la ansiedad y prevenir la aparición o progresión de una posible depresión, dos fenómenos que se encuentran frecuentemente entre los pacientes que han sufrido un evento cardiaco.
En resumen, la práctica del golf como ejercicio físico se encuentra indicada en casi todos los pacientes cardiológicos con buen estado clínico, estando incluido como deporte de práctica y que puede ser recomendado por los cardiólogos tanto en prevención primaria como en secundaria.